La Revitalización de los Oficios Tradicionales: Una Estrategia de Inclusión y Desarrollo Local para Personas con Discapacidad en Chile

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En un contexto global de homogenización cultural y económica, la formación en oficios tradicionales adaptados emerge como una potente estrategia de inclusión laboral para personas con discapacidad, que a la vez contribuye a la preservación del patrimonio cultural y al fortalecimiento de las economías locales. En Chile, regiones como La Araucanía y Los Ríos se convierten en laboratorios vivos donde este enfoque demuestra que la valorización de lo local y la inclusión social pueden ir de la mano.

Los oficios tradicionales, que incluyen la artesanía, la gastronomía ancestral, la agricultura a pequeña escala y el turismo de experiencias, presentan características idóneas para la inclusión laboral de personas con discapacidad. Según un estudio del Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS), estos oficios suelen permitir una mayor flexibilidad horaria, pueden adaptarse a distintos ritmos de trabajo y, en muchos casos, se pueden desarrollar en entornos comunitarios o familiares, lo que reduce barreras de acceso.

La Fundación Descúbreme, en su informe “Empleabilidad y Discapacidad en Chile”, destaca que los oficios basados en el “saber hacer” local permiten valorar habilidades manuales, cognitivas y creativas que a menudo son marginadas en los mercados laborales tradicionales.

Caso de Estudio 1: La Textilería Mapuche en La Araucanía

En la Región de La Araucanía, iniciativas como el programa “Kimün Telar” (Saber del Telar en mapudungun), apoyado por la Fundación Artesanías de Chile y INDAP, han permitido que mujeres con discapacidad física o auditiva se incorporen a la cadena de valor de la textilería mapuche.

Adaptaciones: Se han implementado telares verticales adaptados con soportes ergonómicos para personas con movilidad reducida. Para artesanas con discapacidad auditiva, se han desarrollado instructivos gráficos y videos en Lengua de Señas Chilena (LSCh) que explican los significados culturales de los símbolos (como el guemil o el cultrún), cruciales para mantener la autenticidad del arte.

Impacto: Este modelo no solo genera ingresos autónomos, sino que fortalece la identidad cultural y posiciona a las artesanas con discapacidad como portadoras de un conocimiento valioso dentro de sus comunidades.

Caso de Estudio 2: Turismo Accesible e Inclusivo en Los Ríos

La Región de Los Ríos, con su patrimonio natural y cultural, ha visto nacer proyectos de turismo inclusivo donde personas con discapacidad son formadas como “guías locales de naturaleza y cultura”. El programa “Todos por los Senderos de Chile”, impulsado por SERNATUR y CONAF, incluye módulos de formación específicos.

Formación Adaptada: La capacitación incluye:

Movilidad: Técnicas de guiado para personas ciegas o con baja visión, describiendo el entorno y utilizando materiales táctiles (como muestras de cortezas de árboles nativos).

 Cognición: Desarrollo de rutas e historias con apoyos visuales y estructuras narrativas simples para atender a grupos con discapacidad cognitiva.

Comunicación: Capacitación en LSCh básica para la interacción con turistas sordos.

Resultados: Proyectos como la Ruta Accesible del Parque Oncol o las experiencias gastronómicas inclusivas en Valdivia demuestran que la accesibilidad es un valor agregado que atrae a un mercado turístico en crecimiento a nivel global [6].

Agricultura a Pequeña Escala: Huertos Inclusivos

A lo largo del centro-sur de Chile, desde la Región del Maule a la de Los Lagos, proliferan los “huertos inclusivos”. Estos proyectos, a menudo apoyados por municipios y INDAP, forman a personas con discapacidad cognitiva o psicosocial en técnicas de agricultura orgánica y de rescate de semillas tradicionales.

Metodología: Se utilizan herramientas adaptadas con mangos ergonómicos y mesas de cultivo a distintas alturas para facilitar el trabajo de personas que utilizan silla de ruedas. Las rutinas de trabajo se estructuran con pictogramas, favoreciendo la autonomía.

Cadena de Valor: Los productos de estos huertos se comercializan en ferias locales y a través de canilos de venta directa, conectando a los participantes con su comunidad y generando un modelo de economía circular solidaria.

La formación en oficios tradicionales adaptados no es una estrategia menor o asistencialista. Por el contrario, es un modelo de alto impacto que permite:

1.  Inclusión con Identidad: Las personas con discapacidad se convierten en agentes activos en la preservación de la cultura.

2.  Desarrollo Territorial: Se fortalece la economía local desde una mirada sostenible y con un fuerte componente de identidad.

3.  Innovación Social: La adaptación de estas técnicas ancestrales es, en sí misma, un acto de innovación que enriquece el patrimonio cultural.

Políticas públicas con mirada de largo plazo, que articulen a los sectores de cultura, turismo, economía y desarrollo social, son clave para escalar estas experiencias y consolidar un Chile donde la diversidad funcional sea un motor de desarrollo cultural y económico, y no una barrera para la participación.

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